“No hay verdades absolutas; todas las verdades son medias verdades. El mal surge de quererlas tratar como verdades absolutas”
Alfred North Whithead, Dialogues (1953)
Pensando en las innumerables masacres y atrocidades que se han dado a lo largo de la historia, nos podemos dar de cuenta que la mayoría de ellas son a causa de un hombre que creía tener la razón; pensaban que los habitantes de su región tenían más derecho a vivir, eran más inteligentes, o el pueblo escogido por su dios; lo que les permitía arremeter contra la vida de cualquier bárbaro, moro, judio, negro, indígena, etc, que se cruzara en su camino y que tuviera los recursos que deseaban, entendiendo que esa era la única forma en que la humanidad consideraba, era un buen vivir. No se les debe juzgar por sus acciones pues era lo que básicamente se pensaba, era lo correcto para el “avance” cultural de la época.
El problema palpitante que veo en este siglo es que los líderes actuales de todos los países del mundo siguen creyendo que la manera de salir adelante es despojando a otros países de sus recursos o de ayudas externas para poder prevalecer y no me refiero solo a la política exterior de EE.UU, la lucha comercial ha mostrado lo peor de los líderes alrededor del mundo, las guerras en el Medio Oriente captan el lado más primitivo del ser humano cuando se trata de defender ideales que al final no ayudan a quienes debería, sólo despojan de riqueza y vida a familias enteras de todo un continente que se ve afectado en menor o mayor medida, pues estamos en un mundo globalizado.
Líderes que consideran que el cambio climático es un mito e instan a la ciudadanía a que no crean en los medios que buscan entorpecer la supuesta visión de paz que tienen, haciendo que los ciudadanos se peleen los unos con los otros, utilizando ideas del siglos pasados para controlar a las masas, la derecha atacando a la izquierda y viceversa, sin darse cuenta que al final son parte de un mismo cuerpo, haciendo propaganda política de cada buena acción de la que pueden sacar provecho, con un gobierno tan podrido que ya no se puede sacar la basura de el, pues es el mismo sistema en sí el que está mal hecho.
No menosprecio el trabajo de quienes después de las guerras mundiales decidieron tomar las riendas para buscar una estabilidad en el mundo, pero debemos asumir que son modelos que ya no sirven en nuestra época y necesitan ser renovados, la única traba que tenemos son aquellos que gracias al funcionamiento de nuestro mundo han obtenido un poder tan grande que pueden darse el lujo de impedir que millones de personas cambien su país, solo por el beneficio del 1% de la población.
No se trata ya de la lucha del más fuerte como profesaba Darwin, aunque somos hijos de esta tierra como cualquier animal o planta ya no podemos creer que las “leyes de la selva” aplican en nosotros, somos la única especie con la capacidad de apreciar la belleza de este mundo y así mismo tenemos todos la fuerza para cuidarlo, ya no se trata de quien tiene más armas nucleares para amenazar las vidas de los habitantes de cierta región; entramos en una era de cooperación donde en unos pocos minutos desde cualquier parte del mundo podemos hacer donaciones para ayudar a personas que lo necesiten, donde con un enter podemos enviar un mensaje a millones de personas para producir al menos una pequeña incomodidad en sus corazones y mentes, podemos inspirar a millones de personas con unas pocas palabras sin tener que alzar la voz.
Parece que todos hemos entendido esto excepto los líderes de nuestros países, lo que hace pensar de que no son ellos en quienes debemos depositar nuestra esperanza, quizá es momento de ser nosotros mismos quienes cambiemos nuestro futuro, sí, es más trabajo, pero… ¿tienen algo más importante que hacer?
Federico Calderón González
Ilustración por Gérard DuBois.
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